—Tierraaaaaa.

—Tierraaaaaa.

Seguramente, esta sea la palabra más utilizada por los bretones desde hace siglos.

—¿Por qué? ¿Tierra?

—¿Y no será más bien una tostada con mantequilla salada por favor o ponme una galette con doble de Nutella? —te estarás preguntando.

Los bretones, desde que son bretones (básicamente de toda la vida), han estado unidos al mar, e inevitablemente a tierra.

Si miras un mapa de Bretaña, comprobarás que toda la región (salvo la zona occidental) está rodeada de mar y esto, como no podía ser de otra manera, ha marcado el carácter y la vida Bretona desde el primer “Homo Churiguerense” (o el que sea) que pisó aquellos lares hasta los viajeros que deciden visitar esta joya francesa en 2022.

Mar y tierra, a parte de una paella, es un binomio indivisible. Todos los marineros sueñan con volver a tierra y todos los que viven en un lugar costero están hipnotizados por el mar.

¿Te imaginas ser un marinero bretón del siglo XVIII que partió hace meses al Nuevo Mundo en busca de especias? ¿Qué sentirías al regresar? Estoy segura que las primeras palabras que saldrían de tu boca al divisar la costa bretona serían:

—Tierraaaaaa.

—Tierraaaaaa.

Si tienes pensado viajar a Bretaña en los próximos meses, debes saber que verás muchos puertos, fortalezas junto al mar, museos repletos de especias traídas del Nuevo Mundo, barcos navegando en el horizonte, campos de menhires que llegan hasta el mar…

Te espera mucho mar y mucha tierra. Tierra llena de cultivos, de manzanos que producen sidra, de pueblos medievales, de bosques encantados…

Por ello te propongo 9 lugares increíbles que ver en la Bretaña francesa, una mezcla de mar y tierra para que te sientas como un auténtico marinero bretón, enamorado del mar y de tierra firme.

01—

Qué ver en Rochefort-en-Terre

Aleja el queso de tu mente.

Rochefort-en-Terre poco tiene que ver con el famoso y oloroso queso, más bien se trata de un precioso pueblo medieval conocido por las ansías que ponen sus habitantes en decorar cada balcón con flores y la belleza medieval de sus casas. Tal es así que Rochefort-en-Terre pertenece al selecto grupo de Petite Cité de Caractère y Village Fleuri.

Te aconsejo que dediques por lo menos una mañana o una tarde para visitarlo. Además de callejear sin mapa, no te vayas sin probar una galette en el café Breton, uno de los más antiguos bistró de Europa.

Otro must que debes conocer sí o sí es el castillo de Rochefort y sus murallas (monumentos imprescindibles que ver en Rochefort-en-Terre). La fortaleza original data del siglo XII y tiene lugares bastante fotogénicos si te gusta darle al clic de la cámara.

02—

La Gacilly – Naturaleza y fotografía que ver en la Bretaña francesa

Si Rochefort-en-Terre es el pueblo de las flores, La Gacilly es el de la fotografía.

Cada año, en verano, se celebra un festival fotográfico. Las temáticas varían pero siempre existe un trasfondo social y ecológico que nos hace reflexionar sobre los peligros del planeta).

Las fachadas de las casas, en lugar de adornarse con flores, se cubren con fotos a tamaño gigante. Ríete tú de la publi que ponen las empresas en las fachadas en obras, ¡aquí inventaron el gigantismo fotográfico hace tiempo!

La Gacilly también es muy conocido por ser el centro neurálgico de la marca de cosmética vegetal Yves Rocher. Su fundador se opuso a que su pueblo natal muriese de inactividad en los años 50 y comenzó a fabricar sus primeros productos de belleza natural aquí.

Puedes visitar la tienda, el Jardín Botánico con más de 1100 especies de plantas y terminar comiendo en su restaurante Le Végétarium.

03—

Paseo en barco por el Canal de Brest

De la tierra pasamos al agua.

Bretaña está “partida” longitudinalmente por un canal navegable que une las ciudades de Brest y Nantes a través de 360 km y 236 esclusas.

¿Qué te parece iniciarte en el mundo de la navegación para empezar a sentir el amor por el mar y por la tierra?

Tranquila, no necesitas tener el PER ni el PAR (ni saber nada de navegación) para alquilar uno de los barcos de Bretagne Bateaux Bois y experimentar en tus carnes la sensación de flotar sobre el agua. Los barcos se manejan con un motor eléctrico y tan solo tendrás que girar el timón a derecha e izquierda para conducirlo (lo hice hasta yo que no soy la encarnación de la adrenalina que digamos, así que tranquila).

La experiencia dura unas 2-3 horas en las cuales recorrerás un tramo del canal y pasarás por una exclusa. Es un paseo relajado en el que contemplar la belleza de la tierra bretona desde el agua y sentirte como una marinera.

04—

Qué ver en Josselin - Un castillo de cuento

La sensación que experimentarás al llegar a Josselin es como cuando cruzabas la puerta de uno de los países de Port Aventura.

Un —¡Guaaaaaaaau, menudo castillo! —saldrá de tu boca.

Sentirás viajar en el tiempo. Algo parecido a meterse en una máquina de teletransporte y aparecer en la Edad Media por arte de magia. No en vano, Josselin es uno de los pueblos más bonitos de la Bretaña francesa.

Te aviso que querrás hacerte una foto con los entramados de madera de cada fachada (la más antigua es la casa de las Cariátides, columnas con forma de mujer, y data de 1538) pero si por algo destaca es por su castillo. Una impresionante fortaleza (la primera mención del castillo es de un documento que data del año 1008) propiedad de la familia Rohan, una de las estirpes más antiguas de Bretaña.

Se pueden visitar tanto los jardines como la planta baja del castillo.

Ojo, el castillo sigue siendo residencia de la familia Rohan (igual ves a algún familiar paseando en pijama por los pasillos  😅) por lo que los horarios son reducidos. Abre de abril a octubre y lo mejor es que, antes de visitarlo, consultes en su web oficial.

Por cierto, en una de las callejuelas del casco viejo, te volverás a trasladar de nuevo, en este caso a Gran Bazar de Estambul, busca esa calle y me cuentas.

05—

Los menhires de Monteneuf - un viaje al pasado

Si has nacido con los comics de Asterix y Obélix (como una servidora), los menhires no serán algo desconocido para ti. Sí, esa piedra con forma de almendra que llevaba Obelix al hombro, como un auténtico Perurena bretón, es un menhir.

Pues bien, en Bretaña tienes menhires para dar y regalar ya que es una de las zonas megalíticas más importantes de Europa.

Los Menhires de Monteneuf se localizan como un tesoro junto al bosque de Brocéliande, rodeados de musgo y un intenso olor a naturaleza.

—Y los bretones… ¿los conocían desde siempre? —te estarás preguntando.

Los Menhires de Monteneuf fueron descubiertos por azar en 1976 debido a un incendio y han sido fechados por los arqueólogos entre 4500 y 3000 años antes de J.C. Oséase, que tienen nada más y nada menos que 6500 años, ¡6500!

A pesar de que Carnac se lleva la palma y la fama en cuanto a alineamientos y monumento megalítico, a mí me gustó mucho más Monteneuf.

¿Por qué?

Porque estarás prácticamente sola recorriendo la zona y puedes pasearte entre los menhires sin problema, cosa que no puedes hacer en Carnac (a no ser que vayas en invierno cuando no hay ni “Chus”).

Por cierto, los megalitos de Monteneuf no siempre han estado clavados en la tierra como un pincho moruno. La iglesia, en el año1000, hizo tumbar los menhires por considerarlos paganos y, es partir de su redescubrimiento, cuando poco a poco han ido colocándose en su posición original, como dice mi madre: “más rectos que la vela María”.

06—

Qué visitar en Port-Louis - especias y marineros

Ningún sitio como Port- Louis te hará sentir ese binomio entre mar y tierra bretón del que te hablaba al principio.

Este pueblo marinero se protege del azote del mar tras una ciudadela de piedra construida por los españoles, en cuyo interior podrás descubrir el museo de la Compañía de las Indias.

Si eres una apasionada de las historias de marineros, piratas y comerciantes del Nuevo Mundo, en este museo serás feliz. Viajarás por las rutas africanas y orientales de los siglos XVII y XVIII a través de las maquetas de barcos, reconstrucciones, textiles, especias y porcelana y observarás la ida y venida de los veleros desde las murallas.

06—

El puerto de Doëlan

Al poner un pie en Doëlan y asomarme a su puerto pesquero, lo primero que vino a mi mente fue:

«Desde Santurce a Bilbao

Vengo por toda la orilla,

Con mi salla remangada

Luciendo la pantorrilla,

 

Vengo deprisa y corriendo

Porque me oprime el corsé,

Voy gritando por las calles

¡Quién compra!

Sardinas frescué

 

Mis sardinitas

Que ricas son

Son de Santurce

Las traigo yooooooooo»

 Y mi mente no se equivocaba ya que, Doëlan, en el siglo XIX fue un importante puerto para la pesca de la sardina y daba trabajo a más de 300 hombres en sus 4 conserveras.

Doëlan transmite paz, es uno de esos rincones en los que apetece ponerte un vino blanco, abrir un libro y disfrutar.

En la orilla izquierda se sitúa el fotogénico faro de Doëlan, al lado de la antigua conservera Capitaine Cook (edificio rosa). Esta conservera aún existe, pero se ha trasladado a Clohars-Carnoët.

En la orilla derecha se localiza el puerto. Si lo visitas a última hora podrás comprar directamente de los pescadores y cenar en alguna de las terrazas (ojo que los franceses cenan a las 8 como tarde).

06—

Le Faouët - Mitos y Leyendas

Entre árboles, niebla y vegetación se encuentra la capilla de Sainte-Barbe (siglo XV).

La leyenda cuenta que Sire de Toulbodou prometió a santa Bárbara que, si sobrevivía a una tormenta terrible le construiría una capilla y así fue.

Se trata de un lugar perfecto para realizar una ruta caminando y terminar con un picnic. Aquí te dejo un enlace con algunas rutas por la zona. 

07—

Mejores hoteles para dormir en Bretaña

Marinera, aquí termina nuestro viaje saltando entre el mar y la tierra, la tierra y el mar bretónes.

Espero haberte inspirado y aclarado la cabeza un poco para organizar tu viaje por el sur de Bretaña.

Puedes seguir planificando el viaje con estos artículos:

 

Ojo, algo que NUNCA te puede faltar si viajas por libre es un seguro de viaje (sí, aunque viajes por Europa).

La tarjeta sanitaria europea te da los mismos derechos de sus habitantes pero te aseguro que, en la mayoría de países, las condiciones no son tan buenas como en España. En muchos hay que pagar la visita médica, por ejemplo.

Un seguro de viaje, además de cubrir todo esto, incluye problemas con tu equipaje, robos, repatriación o traslado de un familiar en caso de hospitalización. Cosas que no incluye la tarjeta sanitaria europea.

Yo también he viajado en el pasado a lo loco pensando que nunca me iba a ocurrir nada pero… “al que anda le pasa”. Esto es como las vacunas, por favor, coge un seguro, el que más rabia te de pero lleva siempre uno. Si lo reservas desde aquí, te llevas un 5% de descuento por ser lector de este blog.

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