Un mar de tejados de pizarra.

Esta es la imagen que se me ha quedado grabada en la mente al recordar mi paso por Quimper.

—¿Y desde dónde se puede ver esa imagen? —te estarás preguntando.

Tan solo tienes que subir hasta la punta de una de las torres de la catedral de Saint- Corentin de Quimper (o Kemper para los bretones) y disfrutar del skyline de esta ciudad medieval a tus pies.

En ese momento te sentirás como el Jorobado de Notre Dame por dos razones:

  • Otearás la ciudad desde lo más alto con una sonrisa de triunfo.
  • Tendrás la misma chepa que él cuando llegues arriba con la lengua fuera y necesites encogerte sobre tus rodillas para coger aire.

Las vistas son un regalo pero la subidita por una escalera de caracol infinita se las trae… No apta si tienes la “pata chunga”.

Ahora que te sientes la reina del mundo, contemplando la capital del departamento de Finistère a vista de gaviota, gorrión o paloma, ¿qué te parece si descendemos de nuevo hasta sus callejuelas para descubrir qué ver en Quimper?

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¿Qué ver en Quimper?

Antes de meternos en harina, quiero que te hagas una idea rápida del tamaño de la ciudad y su historia con dos datos: Quimper tiene 63.000 habitantes y unos 2000 años de historia.

Los romanos, que eran muy cucos, vieron en este emplazamiento el enclave perfecto para construir un puerto llamado Aquilonia, exactamente en lo que hoy es el barrio de Locmaria.

Los años pasaron y los señores del medievo creyeron que, por motivos defensivos, era mejor trasladar el asentamiento un lugar más seguro entre los ríos Steïr y Odet donde hoy se encuentra la Catedral y el casco histórico, uno de los cascos históricos peatonales más grandes de Bretaña.

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La Catedral de Saint-Corentin

Encontrar la catedral desde cualquier punto de la ciudad es sencillo, tan solo tienes que alzar la vista al cielo y buscar las dos agujas de sus torres.

Como te he comentado al principio del artículo, uno de los planes que no puedes perderte en Quimper, es subir hasta la puntita de una de sus agujas (Ojo, de momento solo se permite las visitas el último domingo de cada mes).

Las vistas desde arriba quitan el aliento.

Imagina esta escena un día de lluvia, con bruma y niebla en el ambiente y agua corriendo por los tejados de pizarra… esto podría ser el comienzo de cualquier pelí o novela.

Tras poner tus gemelos a prueba con la subida y la bajada, te recomiendo entrar en el interior de la catedral.

La primera sensación será de:

—Uy, ¿qué pasa aquí?, ¿Me he pasado con la sidra? ¿Esta catedral está torcida o me está dando un vahído?

Tranqui, no te está dando nada, efectivamente el eje de la nave central y el crucero no están alineados lo que genera una sensación de mareo.

¿La razón?

Según la leyenda, el desvío es intencionado y se construyó así es una especie de metáfora arquitectónica entre la inclinación de la cabeza de Cristo en la cruz y la forma de la catedral.

La realidad es más sencilla.

El eje de la catedral está torcido debido a que se construyó sobre los cimientos de dos edificios anteriores.

En el medievo eran igual que nosotros, ellos reaprovechaban los recursos y las piedras, y tú reaprovechas los restos del pollo para hacer croquetas. El zero waste o desperdicio cero ya estaba inventado.

Sobre la historia, años, reyes, etc. no voy a contarte nada más allá de que es una catedral gótica que tienes que visitar.

¿Por qué?

Porque no te vas a acordar de nada para cuando vayas allí y lo mejor es visitarla con un guía, el te explicará in situ todo y de esa manera, sí que sí, se quedará grabado en tu cabecita.

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Recorre el casco antiguo medieval

Una de las cosas que más me gusta hacer cuando visito un pueblo / ciudad medieval es perderme por sus callejuelas. Mientras las recorro me fascina mirar las fachadas, imaginar quién vive en cada ventana y trasladarme con la mente tropecientos años atrás.

En Quimper, te recomiendo hacer los mismo.

Piérdete sin rumbo fijo, imagina que eres una bretona del medievo cargada de mantequilla y te diriges a la Place au Beurre para venderla. En tu ruta, vas saludando al carnicero, al zapatero, contemplando cómo el sol incide sobre las fachadas con entramados de madera…

¿No sería maravilloso tener una máquina del tiempo que nos permitiese hacer esto? O, en su defecto, unas gafas de realidad virtual. Ojo que esto lo veo posible en unos añitos…

La place au Beurre o plaza de la mantequilla era el lugar donde antiguamente se vendía la mantequilla con sal típica de Bretaña. Hoy en día sigue llamándose de la misma manera pero en lugar de mantequilla salada lo que venden son galettes de todo tipo. ¡En un espacio no muy grande hay 10 crêperies!

Estos son algunos de los puntos y rincones que debes visitar en tu ruta por el casco antiguo:

  • La rue Kéréon (antigua calle de los zapateros). Desde aquí tendrás una de las mejores vistas de la catedral.
  • La iglesia de los Jesuitas
  • El Hôtel de Boisbilly
  • La tienda de artesanía de Cornouaille en la plaza Saint Corentín (junto a la catedral). Aquí podrás comprar cerámica pintada a mano por la que es tan famosa Quimper. También puedes visitar la tienda y taller que tienen en el barrio de Locmaria.
  • El Museo Bretón, ubicado en el antiguo Palacio de las Évêques antiguo palacio episcopal de Cornualles situado junto a la catedral.
  • La plaza Terre au Duc es el lugar perfecto para tomarte una cerveza o sidra bretona en una de sus terrazas.
  • Recorre la Rue du Poivre, la Rue Chapeau-Rouge y las casas de entramado de madera de los siglos XVI-XVII de la calle Saint-Mathieu.
  • Visita el Jardín de la Retraite. Se trata de un jardín botánico ubicado cerca de las murallas, lleno de plantas exóticas traídas por los navegantes bretones del siglo XVI de sus expediciones por las Indias.
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Barrio de Locmaria

Locmaria es el núcleo originario de Quimper, el lugar en el que los romanos fundaron Aquilonia, en la orilla izquierda del río Odet.

Locmaria también es el lugar elegido por los artesanos ceramistas para desarrollar su actividad alfarera desde el siglo XVII. De hecho, aquí se encuentra el museo de la cerámica (Musée de la Faïence), justo al lado de la fábrica y tienda de cerámica Henriot-Quimper.

Si eres una apasionada de la cerámica (como la menda) se te harán los ojos chiribitas con las piezas pintadas a mano. Eso sí, es un trabajo artesano de muchas horas así que… prepara la cartera.

De oca a oca y tiro porque me toca.

Junto a la tienda de cerámica se sitúa otro templo de artesanía, en este caso del bordado. Se trata de la sala de exposición Pascal Jaouen, un museo / taller de arte textil y bordado que mantiene viva la antigua tradición textil bretona.

Puedes visitar la exposición y ver en directo cómo se sigue bordando a mano, un trabajo tan minucioso que bien podríamos apodarlo como “trabajo de chinos” o mejor dicho de bretones.

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¿Dónde dormir en Quimper?

Nosotros nos alojamos en el hotel Le Ginkgo, en el barrio de Locmaria. Es un hotel de 4 estrellas bastante moderno situado en un antiguo edificio militar. Las habitaciones son muy amplias, el desayuno buffet y dispone de un spa para relajarte tras una dura jornada de turisteo.

Una de las cosas que más me gustaron del hotel son las vistas al río Odet y a un pequeño jardín botánico, un remanso de paz en la ciudad.

Dispone de parking gratuito así que “no problema” con la cuestión de dónde dejar el coche de alquiler.

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3 lugares TOP cerca de Quimper

Txoooooootx

Esta es la palabra que en mi mente está asociada a la sidra y la que esperaba escuchar al adentrarme en la sidrería bretona Manoir du Kinkis.

Mis orejas estaban alerta en busca de un sonido ancestral parecido pero con acento bretón y mi nariz olfateaba buscando el olor a chuletón en el ambiente.

Sniffff

Sniffff

Nada, ni rastro de chuletón. Allí olía a manzana.

En ese momento el “viaje” me dio otra lección. En cada lugar del mundo, las cosas se hacen de manera diferente y eso es lo maravilloso de viajar.

Desechados mis “prejuicios sidreros a la vasca”, abrí bien todos los sentidos para descubrir cómo los bretones llevan elaborando sidra desde haces siglos y el por qué de la importancia de esta joya líquida en sus rituales y en su cultura.

Sin duda, visitar Manoir du Kinkis es una experiencia que no puedes perderte en tu viaje a Bretaña.

El segundo destino cercano a Quimper que tienes que visitar es el pueblo de Locronan. De repente, es como si la vida hubiese retrocedido 400 años y te encontrases en una Bretaña de otra época, del pasado.

Sus callejuelas, las casas de piedra, la atmósfera… todo en el ambiente sugiere calma.

¿Sabías que las camisetas de rayas marineras son el atuendo típico bretón?

Las realizan una a una en la empresa Armor-Lux, cerca de Quimper. Me encantó ver que no todo se hace en China/India y esta empresa apuesta por la producción local, fomentando el empleo y la economía de su región. ¡Chapeau!

Espero que mis palabras te hayan trasladado al Quimper medieval, que te hayas sentido una bretona paseando por su casco antiguo y, lo más importante, que hayas apuntado esta ciudad como imprescindible en tu próximo viaje por sur de Bretaña.

Puedes descubrir qué más ver en Quimper echando un ojo a la página de Turismo de Bretaña .

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